El Perfil y La Estrategia

Invertir es un proceso complejo que va más allá del análisis de números y rendimientos. La psicología juega un papel crucial en la toma de decisiones: experiencias y factores emocionales inciden sobre nuestra aversión al riesgo, definiendo así, nuestro Perfil.

Si bien muchos pueden analizar los datos de una empresa y evaluar si es una buena inversión, no todo el mundo puede tolerar estar invertido en ella, con las fluctuaciones que pueda tener su valuación.

Nuestro comportamiento y nuestros objetivos definen el Perfil de riesgo, y éste debe definir nuestra Estrategia, eso es, la composición de nuestro Portafolio de inversión.

EL PERFIL DE RIESGO

El “Perfil de riesgo” del inversor resume su disposición y capacidad para asumir riesgos. Este puede variar a lo largo de los años, según experiencias, o según cual sea el objetivo con ese capital ahorrado. Quizás tengamos tolerancia a la volatilidad, pero vamos a necesitar esos fondos en el corto plazo, entonces no tiene sentido asumir mas riesgo; o por el contrario, puede que estemos armando un portafolio para el largo plazo pero las fluctuaciones de precio nos afectan, y preferimos algo de menor retorno y menor volatilidad.

En el sector financiero suelen utilizarse cuestionarios que ayudan al asesor a interpretar cual es el perfil de cada cliente, y por tanto, poder ofrecerle un portafolio acorde.

En Uruguay, el regulador -Banco Central- exige a las instituciones financieras asignar un Perfil y Estrategia a cada cliente, y monitorear que ésta no se desvíe, es decir, que no invierta con un riesgo mayor al que está dispuesto a tolerar. Con esto se busca proteger al inversor, que a veces no tiene conocimiento de los riesgos asociados a cada inversión, y simplemente confía en su asesor, o en algún amigo, y cualquiera de ellos puede tener las mejores intenciones, pero una aversión al riesgo distinta de la suya. Nosotros hemos definido cuatro Perfiles de riesgo, cada uno con su Estrategia, en los cuales categorizamos a los clientes: Conservador, Moderado, Dinámico, y Crecimiento.

LA ESTRATEGIA DE INVERSIÓN

Cuando hablamos de Estrategia nos referimos a cómo distribuimos el portafolio entre las diferentes clases de activos; que porcentaje invertimos en acciones, en bonos, en inversiones alternativas y/o money market.

Si bien dentro de cada categoría puede haber activos más o menos riesgosos (por ejemplo, no es lo mismo comprar acciones del S&P 500 que de 1 empresa pequeña), normalmente las Estrategias Conservadoras están asociadas a una mayor proporción de bonos de buena calidad crediticia y efectivo, y las Estrategias que denominamos “Crecimiento” se asocian con una mayor proporción de acciones.

Como hemos comentado en nuestro artículo “¿Llegó el momento de la Renta Fija?” las circunstancias del mercado cambian, y los porcentajes que se asignan a los distintos tipos de activos pueden también sufrir modificaciones. De todas formas, siempre se mantendrán diferencias relativas, entre las distintas Estrategias.


Estrategia Conservadora: Prioriza la conservación del capital y la liquidez por sobre la rentabilidad. Está centrada en Bonos de buena calificación crediticia (con grado inversor o mejor), Fondos de Renta fija, y Letras de Tesorería.


Estrategia Moderada: Prioriza la conservación del capital por sobre la rentabilidad, pero con una perspectiva de mediano o largo plazo, tolerando variaciones en el corto plazo. Abarca variedad de instrumentos, entre ellos Bonos, Fondos de Renta fija, Fondos de Acciones, Letras de Tesorería, etc.

Estrategia Dinámica: Prioriza la rentabilidad de largo plazo, admitiendo volatilidad en el corto plazo, así como inversiones de menor liquidez. Abarca amplia variedad de instrumentos financieros, con foco en Acciones, Commodities, Bonos y Fondos que inviertan en estas categorías.


Estrategia Crecimiento: Su objetivo es maximizar el crecimiento del capital a largo plazo, con una rentabilidad igual o superior al mercado accionario, tolerando la volatilidad. Admite todo tipo de instrumentos; normalmente tendrá foco en Acciones, Fondos de acciones, balanceados, o de alternativos, así como Opciones o Futuros.

Una estrategia no es mejor o peor que otra, sino que es adecuada o no, para cada inversor, en cada etapa de su vida. Es tanto o más importante discernir cual es el Perfil de inversión de nuestro cliente, como lo es analizar y seleccionar los mejores activos dentro de cada categoría, y los porcentajes de asignación según cada estrategia.

Ec. Veronica Vazquez

vvazquez@paullier.com

FOTO: Carolina Vilaró Vera @caritovilaro

Invertir con Impacto

En la actualidad los inversores son cada vez más conscientes de la importancia de apoyar a empresas que además de rentabilidad económica, consideren factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por su sigla en inglés) para desarrollar su negocio.
Las tambien denominadas inversiones responsables, se definen como una estrategia y práctica para incorporar los mencionados factores en las decisiones de inversión y se enmarcan en los Principios de Inversión Responsable (PRI) definidos por las Naciones Unidas. Este organismo busca diseñar un “mapa de ruta” para lograr mercados sostenibles que contribuyan a la prosperidad del mundo en su conjunto.

¿Por qué surge este movimiento?

En primer lugar, los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) pueden afectar el rendimiento de las inversiones, ya que forman parte de los riesgos de las empresas y pueden representar un alto costo a futuro. A modo de ejemplo, estos son algunos de los riesgos que se buscan mitigar:

AmbientalesSocialesGobierno Corporativo
Cambio climático, mala gestión de residuos, agotamiento de los recursos, contaminación.Violación de derechos humanos, trabajo infantil, formas modernas de esclavitud, malas condiciones laborales.Corrupción o sobornos, discriminación, maquillaje contable, evasión fiscal.

Los inversores actualmente buscan mayor transparencia respecto a cómo se invierte su dinero; las inversiones que contemplan estos aspectos son parte de la demanda del mercado.

Tambien los Gobiernos y autoridades se preocupan cada vez más por la consideración de factores ESG. Un ejemplo de esto es el “Acuerdo de Paris” firmado por 196 países, que entró en vigencia en 2016, con el objetivo de reducir el calentamiento global. Esto implica que los países inviertan y promuevan inversiones que les permitan cumplir con dichos compromisos.

¿Qué herramientas tenemos como inversores?

Así como existen calificadoras de riesgo que evalúan empresas y países y asignan un rating a las emisiones de bonos, hay tambien varias empresas que miden y asignan puntajes de ESG. Usualmente los puntajes van de 0 a 100, mayor puntaje implica mejor desempeño en estos aspectos.

En términos de normativa, en 2021 la Unión Europea estableció el marco regulatorio SFDR (Sustainable Finance Disclosure Regulation), con el objetivo de que se proporcione a los inversores, información más clara y transparente, sobre cómo los productos financieros contemplan los criterios de ESG.

Los Fondos de Inversión incorporan esta normativa catalogando sus productos en 3 niveles:

  • Artículo 6: “sin objetivos de sostenibilidad”. Es decir, productos de inversión que no consideran riesgos ESG o que se declaran expresamente como “no sostenibles”.
  • Artículo 8: que “promueven iniciativas sociales y ambientales junto con los objetivos de resultados tradicionales”. Esto quiere decir que, a pesar de no contar con un objetivo sostenible específico o definido, sí buscan promover las llamadas características ESG.
  • Artículo 9: “con objetivos explícitos de sostenibilidad”. Son todos aquellos productos de inversión que cuentan con un claro objetivo de sostenibilidad que deberán reflejar, así como la forma en la que se está buscando conseguirlo.

La calificación de cada producto se puede ver en el folleto del mismo o la página web del Fondo.

¿Cómo afecta todo esto a nuestras decisiones de inversión?

La principal ventaja como inversores es, mayor información para la toma de decisiones. Se destaca la transparencia como el punto más relevante. El conocimiento nos permite alinear nuestras inversiones con nuestras prioridades.
A su vez, los negocios sostenibles suelen mejorar sus procesos internos y externos, optimizar recursos, gestionar riesgos. Se consolida y logra impactar positivamente a toda la sociedad.

El siguiente gráfico muestra la evolución del índice S&P junto con la de S&P ESG. Este último es un índice ponderado por capitalización de mercado, que busca medir el desempeño de empresas que cumplen con criterios de sustentabilidad, manteniendo ponderaciones de grupos industriales similares a las del S&P 500.

Verde: S&P 500 ESG
Azul:   S&P 500

Cabe mencionar que si bien hay muchos estudios que afirman que las prácticas ESG tienen una correlación positiva con los resultados de las empresas en el largo plazo, el enfoque aplicado en los mismos varía y no hay una relación directa que se refleje en los precios de sus acciones, sino que depende del mercado en el cual operan. Sí podemos afirmar que en diversos sectores, el cumplimiento de normas de ESG reduce el riesgo del negocio y coloca a la empresa en una posición más competitiva respecto a aquellas que no cumplan con dichas normas.

“No hay diferencia entre un pesimista que dice: ‘..es inútil, así que no te molestes en hacer nada‘, y un optimista que dice ‘No es necesario hacer nada, todo va a estar bien’. En ambos casos, nada sucede.”

Yvon Chouinard, fundador y CEO de Patagonia (compañía que incorpora la sustentabilidad desde su misión)

Cra. Elisa Chiarino

Banca Privada

echiarino@paullier.com

Inesperadas Subas de los Mercados Financieros en el Primer Semestre de 2023

El cierre de la primera mitad del año 2023 mostró un comportamiento inesperadamente positivo de los mercados financieros internacionales, en particular a nivel de los mercados accionarios.

Así, mientras que las proyecciones de los analistas a comienzos del año apuntaban a que el índice Standard & Poor’s referencia del mercado americano, cerraría el año 2023 en 4.050 puntos en promedio, a fines del primer semestre dicho indicador se ubicó en los 4.450 puntos, prácticamente 10% por encima de las previsiones para todo el ejercicio.

Varios factores explican básicamente el muy positivo comportamiento de los mercados financieros en la primera parte de este año 2023. En primer lugar, hasta el momento la economía norteamericana ha evitado la recesión, eliminando o posponiendo los temores existentes hacia fines del año pasado y comienzos de este 2023 respecto a que como consecuencia de la agresiva política de suba de tasas de interés por parte de la FED, se iba a producir al menos una contracción leve de la economía como el precio a pagar para reducir la inflación.

En segundo lugar, y el hecho de que por ahora no se materializara la recesión, junto a expectativas muy deprimidas por parte de los analistas, hizo que los reportes de ventas y ganancias del primer trimestre resultaran mejores a lo que se esperaba, más allá de que junto al cuarto trimestre de 2022 mostraron el segundo trimestre consecutivo de caídas interanuales en las ganancias de las empresas.

En tercer lugar, y a pesar de que la inflación subyacente se mantuvo muy elevada en los primeros 5 meses del año 2023 (entre 5,3% y 5,6% año a año a nivel del índice IPC, y entre 4,6% y 4,7% a nivel del índice PCE), bien por encima del objetivo del 2% que busca la FED, los inversores parecieron entusiasmarse con la idea de que la reducción de la inflación general (gracias a la fuerte caída de los precios de la energía y en menor medida de los alimentos) iba a llevar a que la FED pronto dejara de subir las tasas de interés y eventualmente comenzaría a reducirlas en el segundo semestre.

Finalmente, el factor que en nuestra opinión fue el más importante para desatar el optimismo de los inversores, fue el furor alrededor del tema de la “Inteligencia Artificial” -IA-, como la panacea que iba a “curar” todos los males de la economía y a generar otro boom similar o incluso mucho mayor al que se generó con la llegada de Internet. Esquemáticamente, la idea es que la IA va a generar un shock positivo de productividad de tal magnitud que va a permitir simultáneamente bajar la inflación (por la reducción de costos que se generaría); mantener y aumentar los actualmente históricamente altos  márgenes de ganancias de las empresas (por las ganancias de eficiencia y de productividad); mantener e incrementar los niveles de empleo y de los salarios reales (por la mejora de la productividad de la mano de obra, y la aparición de nuevos empleos que sustituirán los puestos de trabajo que desaparecerán por la IA); aumentar el crecimiento económico (por la mayor inversión que realizarán las empresas al mejorar su rentabilidad, así como por el crecimiento del consumo al mejorar el empleo y los salarios reales); que la FED pueda bajar las tasas de interés más rápidamente ante la caída de la inflación, así como que mejoren sustancialmente los precios delos activos financieros, tanto acciones (por la baja de las tasas de interés, mejora de las ganancias y expansión de los múltiplos) como bonos (por la caída de las tasas de interés; la baja de la inflación y la disminución del riesgo de crédito al mejorar el panorama económico  general y reducirse la incertidumbre macroeconómica).

En definitiva, la IA validaría la idea de la “desinflación inmaculada” (que se podría bajar la tasa de inflación sin generar recesión y otros efectos negativos en la economía y en los mercados financieros).

Esta combinación de factores permitió olvidar el impacto negativo de la crisis a nivel de los bancos regionales que se dio en el mes de marzo en EE.UU. (y que incluso arrastró al Credit Suisse que tuvo que ser absorbido por UBS); el tono “hawkish” que han seguido transmitiendo los bancos centrales en el sentido de que van a mantener las tasas de interés altas durante más tiempo para combatir una inflación que se sigue mostrando una inercia muy significativa; así como datos económicos que, más allá de que por ahora la economía norteamericana  parece estar evitando la recesión de la mano de la sorprendente fortaleza del consumo y del mercado laboral; muestran un panorama poco auspicioso de expansión para la economía mundial, particularmente por China y Europa.

Así llegamos a la situación de mediados de 2023, donde los mercados financieros aparecen “priced for perfection”, sostenidos por la expectativa de que efectivamente se vaya a observar una “desinflación inmaculada” en el segundo semestre y durante el año 2024, y por lo tanto enfrentando un elevado nivel de riesgo en caso de que la realidad muestre otra cosa.            

Y como señalamos en nuestro informe anterior, el problema es que la idea de la “desinflación inmaculada” no tiene ningún sustento ni en la teoría ni en la realidad. Como señaló Larry Summers, “sería el triunfo de la esperanza sobre la experiencia”. No hay ningún episodio histórico que muestre que se logró bajar de manera rápida la inflación sin generar al menor una recesión leve.

Es por ello que los próximos meses serán cruciales para validar o no la expectativa de que tendremos “desinflación inmaculada”; que la FED va a comenzar a bajar las tasas de interés y que las ganancias de las empresas retomarán el crecimiento, todo lo cual aumentará en nuestra opinión la volatilidad y el riesgo en los mercados financieros.

Extracto del Informe trimestral de Mercados – Dr. Michele Santo

30/06/2023

Cambiante comienzo de año para los mercados financieros

El comienzo del año 2023 ha sido muy cambiante para los mercados.
El arranque en el mes de enero fue extremadamente positivo, de la mano de datos económicos que mostraron una aparente reducción de la inflación en la última parte del 2022 con signos de mejoras en la economía global (potenciados tanto por la extraordinaria fortaleza del mercado laboral en EE.UU., así como por el abandono de la política de “covid cero” por parte de China); alentando para muchos la esperanza de un escenario de “goldilocks” o como fue bautizado de “desinflación inmaculada”, en el que sería posible reducir la inflación sin tener que sufrir una recesión.
Ello generó alzas importantes en los precios de los activos de riesgo, y caídas en las tasas de interés de largo plazo, un mercado en el que “todo subía”.
Este panorama tan auspicioso, donde muchos incluso comenzaron a hablar de la posibilidad de que la FED iba a dejar de subir las tasas de interés e incluso podría comenzar a bajarlas hacia mediados del año, tuvo un cambio importante en el mes de febrero, cuando los datos de inflación volvieron a mostrar una leve aceleración en la suba de precios, en un contexto donde la economía seguía mostrado signos de mucha fortaleza. 

Evolución de la Inflación en EEUU:

Fuente: Bloomberg, Bureau of Labor Statistics.

Los mensajes de la FED comenzaron a enfatizar la necesidad de continuar con las subas de las tasas de interés, y de mantener las mismas en un nivel más elevado durante más tiempo. Es que tomando los datos en términos de trimestres móviles, la inflación “subyacente” a nivel del IPC pasó de moverse a un ritmo anualizado de 4,25% en diciembre de 2022 a 4,58% en enero de 2023 y al 5,17% anualizado en febrero de este año. Dada esta realidad, no debió sorprender el giro “restrictivo” en cuanto al manejo de la política monetaria que comenzaron a transmitir tanto el presidente de la Reserva Federal -Jerome Powell- como varios otros miembros de la autoridad monetaria norteamericana. La perspectiva de que no sólo no iba a haber bajas de tasas de interés, sino que las mismas iban a subir más de lo proyectado y se mantendrían a esos niveles más elevados durante más tiempo, generó ajustes a la baja de los precios de los activos financieros, desandando la mayor parte de las alzas que se habían dado en el mes de enero.

En realidad, la idea de la “desinflación inmaculada” no tiene ningún sustento ni en la teoría ni en la realidad. Como señaló Larry Summers, “sería el triunfo de la esperanza sobre la experiencia”. No hay ningún episodio histórico que muestre que se logró bajar de manera rápida la inflación sin generar al menor una recesión leve. Ni que hablar cuando se parte de niveles tan altos de inflación como los de mediados de 2022; con niveles de deuda extraordinariamente elevados luego de muchos años de estímulos fiscales y monetarios gigantescos (primero para paliar los impactos de la crisis financiera global del año 2008 y luego para enfrentar las consecuencias de la pandemia del Covid-19), y con precios de los activos financieros por las nubes.
Como además la FED y el resto de los principales bancos centrales del mundo se equivocaron al atribuir la suba de la inflación en el año 2021 a factores transitorios, y por lo tanto demoraron el comienzo de la suba de las tasas de interés y el ajuste de la política monetaria en sentido restrictivo; la velocidad con la que debieron proceder y la magnitud de los ajustes generan problemas adicionales. Tarde o temprano, algo debía quebrarse o en la economía, o en los precios de los activos financieros, o en el mercado bancario y crediticio.


Y en el mes de marzo tuvimos los primeros impactos a nivel del sistema bancario norteamericano, con la quiebra del banco SVB primero a la que siguieron otros, que luego se trasladaron a Europa con los problemas que enfrentó Credit Suisse hasta que fue absorbido por UBS. Si bien las autoridades monetarias y económicas de EE.UU., Suiza, Europa y otros países se movieron rápidamente para evitar el “contagio”, la duda persistirá durante algún tiempo más respecto a si no aparecerán nuevos “cisnes negros” que enfrentar, especialmente cuando la economía entre en recesión (algo inevitable si es que va a bajar la inflación) y ello comprometa la capacidad de pago de las deudas acumuladas. La mini-crisis financiera que se vivió en el mes de marzo generó como es natural un fuerte “flight to quality” lo que redujo fuertemente las tasas de interés sobre la deuda pública de los países del Grupo de los Siete. Y ello ha llevado a una situación muy peculiar en el caso de EE.UU., donde el mercado espera que la FED va a bajar las tasas de interés en 100 puntos básicos de aquí a fines de 2023, mientras que el FOMC y Powell en la reunión del 22 de marzo señalaron con claridad que no va a haber bajas de tasas en este año.

La enorme disparidad entre las expectativas del mercado de bonos y la postura de la FED es uno de los factores de incertidumbre más relevantes que condicionarán la marcha de los mercados financieros en los próximos meses.
La evolución de la inflación, del nivel de actividad y del mercado de trabajo serán otros factores muy importantes a seguir con mucha atención. Por supuesto, habrá que ver si aparecen otras situaciones problemáticas a nivel del sistema bancario y del mercado de crédito en general, algo muy probable ya que no se pasa de operar durante 13 años a tasas cero o negativas a tasas del 5% sin generar problemas.

Extracto del Informe trimestral de Mercados – Dr. Michele Santo

28/03/2023

Cuatro hechos positivos de cara al 2023

Sin ninguna duda, el año 2022 ha sido muy complicado para los mercados financieros que debieron adaptarse al cambio de postura de la FED y del resto de los principales bancos centrales del mundo, que luego de más de una década de suministrar al mercado una creciente liquidez y mantener las tasas de interés en cero o incluso en niveles negativos; comenzaron a ajustar de manera restrictiva la política monetaria con el objetivo de combatir la inflación más alta en 40 años.

Ello provocó fuertes  caídas simultáneas en los precios de los bonos y de las acciones, un fenómeno que rara vez se da en la historia, así como la “implosión” de los segmentos más especulativos de los mercados financieros, como por ejemplo el universo de las criptomonedas y de las llamadas “meme stocks”.

Dentro de un panorama fuertemente negativo durante todo este año, de cara al 2023 hay algunos hechos potencialmente positivos, que de todas formas están rodeados de una gran incertidumbre que en un escenario optimista se irá despejando en la primera mitad del año que viene.

Así, un primer elemento positivo es que parece claro de que estamos mucho más cerca del final que del comienzo del ajuste de la política monetaria por parte de la Reserva Federal. Luego de 7 subas consecutivas de la tasa de fondos federales desde marzo de 2022, en su última reunión el FOMC apuntó a la posibilidad de un par de subas adicionales de la tasa en los meses iniciales del año 2023, hasta ubicar a la misma en el 5,1%, manteniendo dicho nivel sin cambios durante todo el resto del año que viene. Si bien el mercado todavía no cree que la FED vaya a subir tanto la tasa de fondos federales en 2023, es claro de que la mayor parte de las subas ya son cosa del pasado. En definitiva, la mayor parte del ajuste de la política monetaria ya se hizo, más allá de que habrá una gran incertidumbre respecto al impacto de este ajuste sobre la economía real y sobre la dinámica de la inflación, y también sobre la marcha de los mercados financieros.

El segundo aspecto positivo es que parece claro que el pico de inflación ya es cosa del pasado, más allá de la incertidumbre respecto a la velocidad con que la inflación seguirá bajando en los próximos meses. La velocidad de la caída de la inflación, y la persistencia de la baja son elementos cruciales para marcar el fin de las subas de las tasas de interés por parte de la FED, así como para mantener como hasta ahora bien “ancladas” las expectativas de inflación del mercado.     

El tercer aspecto positivo es que al menos por ahora, y más allá de los evidentes signos de desaceleración de la actividad que se vienen observando en los últimos meses, al menos en el caso de la economía de EE.UU. por el momento parece estarse evitando un contexto de recesión, al tiempo de que la fortaleza que sigue mostrando el mercado laboral debería ayudar a que si se produce efectivamente un contexto de caída del nivel de actividad, el mismo sea moderado.

Finalmente, otro factor positivo es el hecho de que China estaría terminando formalmente su política de confinamiento estricto para luchar contra el Covid, lo que debería ayudar a mejorar el nivel de actividad de la segunda economía más grande del mundo en los próximos trimestres, al desaparecer los encierros masivos de ciudades y regiones. Lamentablemente, la explosión de nuevos casos de Covid que se está dando desde el cambio de política por parte de las autoridades chinas, agrega un gran nivel de incertidumbre respecto al proceso de reapertura de la economía, y cuanto habrá de dinámica “stop and go” en función de la evolución de la epidemia de Covid.

En definitiva, el comienzo de 2023 estará signado por un gran nivel de incertidumbre, donde seguramente la preocupación por la suba de las tasas de interés que fue el factor dominante durante todo este año; dará paso a la preocupación respecto a la magnitud de la desaceleración del nivel de actividad que es de esperar básicamente como resultado del ajuste de la política monetaria que se dio durante todo este año; así como en el caso de Europa al menos por las

consecuencias de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Para que se consolide la baja de la inflación, y ello permita en el futuro (hacia 2024) que los bancos centrales puedan comenzar a bajar eventualmente las tasas de interés, es casi que inevitable que se vaya a dar un contexto recesivo que modere los aumentos salariales y de otros costos, así como las presiones de demanda limitando la capacidad de las empresas de subir los precios.

Así como el 2022 fue el año de ajuste a la suba de las tasas de interés, lo que implicó “compresión” de los múltiplos P/E en las acciones y caídas en los precios de los bonos; el 2023 debería ser el año del ajuste a un contexto de menor crecimiento económico y muy probablemente de recesión, lo que debería llevar a ajustes a la baja de las previsiones de ventas y ganancias de las empresas, afectando negativamente los precios de las acciones, hasta que las valuaciones se equilibren con los nuevos fundamentos macroeconómicos.   Por el contrario, en el caso de los bonos de alta calidad, un eventual contexto recesivo no debería tener mayor impacto e incluso el mismo podría ser positivo, si efectivamente la recesión lleva a una caída más rápida de la inflación y ello adelanta la expectativa de que los bancos centrales puedan comenzar a bajar las tasas de interés.

Extracto del Informe trimestral de Mercados – Dr. Michele Santo

27/12/2022