
Finalmente, la FED parece estar consiguiendo el objetivo de que los inversores “le crean” de que esta vez va en serio y que va a hacer todo lo que sea necesario para controlar la inflación, cueste lo que cueste en materia de actividad y de empleo, y más allá de las pérdidas que se sigan acumulando a nivel de los mercados financieros.
Bien puede decirse que la Reserva Federal está tratando de corregir el enorme error de no haber comenzado a subir las tasas de interés y a restringir la liquidez de la economía ya a mediados de 2021, afiliándose a la tesis de que el aumento de la inflación que ya se observaba por ese entonces era un fenómeno “transitorio”, argumento que se continuó empleando hasta bien entrado el segundo trimestre de 2022, a pesar de la creciente evidencia en contrario. Como se demoró tanto en sacar el pie del acelerador y pasar a ponerlo suavemente en el freno, ahora hay que frenar de golpe y las consecuencias negativas sobre la economía y los mercados financieros potencialmente serán mucho mayores,
Tres fechas marcaron el cambio de rumbo de la FED y llevaron a que por fin el mercado y los inversores creyeran que esta vez el banco central norteamericano “iba a ir en serio” en su lucha contra la inflación. El primer punto de inflexión fue el 26 de agosto, cuando en la tradicional conferencia monetaria de Jackson Hole el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, anunció claramente que la FED iba a “hacer todo lo que tuviera que hacer” para llevar a la inflación al objetivo de 2% anual; aunque implicará un período de retracción del crecimiento y del empleo, y que las tasas de interés iban a subir más de lo que se estaba esperando, al tiempo de que se iban a mantener en esos niveles más altos durante más tiempo.
La segunda fecha relevante en el cambio de percepción del mercado fue el martes 13 de setiembre, cuando se conoció el dato del IPC de agosto en EE.UU.; que mostró un resultado mucho peor a lo que se esperaba, con la inflación subyacente o “core” en el doble de lo que se preveía (0,6% vs. 0,3%).
Y finalmente, en la reunión del Comité de Política Monetaria -FOMC- del 21/09/22, la FED confirmó el sesgo mucho más restrictivo que le va a dar a su política monetaria. Ahora se proyecta que para fines de 2023 la tasa de “fed funds” se ubicará en el 4,6% en lugar del 3,8% que se había proyectado en el mes de junio. También el FOMC confirmó que mantendrá a toda marcha el ritmo de “quantitative tightening” -QT- a razón de USD 95.000 millones que viene aplicando desde el 1º de setiembre, lo que acentuará la reducción de la liquidez en la economía y en los mercados financieros.
El cambio notoriamente restrictivo de la FED en cuanto al manejo de su política monetaria para lo que queda de este año y sobre todo para el 2023, generó lógicamente el ajuste de todos los mercados financieros, con caídas generalizadas de los precios de las acciones y de los bonos; con una fuerte apreciación del dólar en los mercados cambiarios internacionales, y con retrocesos generalizados en los precios de las materias primas. En definitiva, un escenario donde ha aumentado notoriamente la probabilidad de que haya una desaceleración brusca del crecimiento o incluso una recesión a nivel de la economía mundial; donde las tasas de interés serán más altas y habrá menor liquidez, inexorablemente requería un ajuste a la baja de los precios de todos los activos financieros, que seguirá con ajustes a la baja de los precios de los activos reales (de hecho, los precios de las viviendas en agosto de este año mostraron en EE.UU. la primera caída en 10 años). Para tener éxito en su lucha contra la inflación; la FED necesita condiciones financieras globales mucho más restrictivas (lo que entre otras cosas implica aceptar caídas en los precios de los activos financieros; tasas de interés más altas; mayores spreads de crédito y un dólar más fuerte); así como tolerar un período más o menos prolongado de bajo crecimiento y creación de empleo en el mejor de los casos, o directamente de recesión y destrucción de puestos de trabajo.
En este contexto, en nuestra opinión el perfil “riesgo/retorno” de las acciones es inferior al de los bonos, ya que las acciones deben ajustar tanto al efecto de mayores tasas de la FED como al impacto de la recesión sobre las ventas y ganancias de las empresas. Y por supuesto con tasas de corto plazo que ya se ubican en el eje del 3,5% y subirán a más de 4% en pocos meses, la alternativa de colocar en Tbills o fondos “money- market” ahora se ha vuelto muy atractiva, sobre todo considerando el muy elevado nivel de incertidumbre económica, financiera y geopolítica que tendremos al menos en los próximos 6 a 9 meses.
Foto de Mandel Ngan en AFP
Extracto del Informe trimestral de Mercados – Dr. Michele Santo
30/09/2022