Inesperadas Subas de los Mercados Financieros en el Primer Semestre de 2023

El cierre de la primera mitad del año 2023 mostró un comportamiento inesperadamente positivo de los mercados financieros internacionales, en particular a nivel de los mercados accionarios.

Así, mientras que las proyecciones de los analistas a comienzos del año apuntaban a que el índice Standard & Poor’s referencia del mercado americano, cerraría el año 2023 en 4.050 puntos en promedio, a fines del primer semestre dicho indicador se ubicó en los 4.450 puntos, prácticamente 10% por encima de las previsiones para todo el ejercicio.

Varios factores explican básicamente el muy positivo comportamiento de los mercados financieros en la primera parte de este año 2023. En primer lugar, hasta el momento la economía norteamericana ha evitado la recesión, eliminando o posponiendo los temores existentes hacia fines del año pasado y comienzos de este 2023 respecto a que como consecuencia de la agresiva política de suba de tasas de interés por parte de la FED, se iba a producir al menos una contracción leve de la economía como el precio a pagar para reducir la inflación.

En segundo lugar, y el hecho de que por ahora no se materializara la recesión, junto a expectativas muy deprimidas por parte de los analistas, hizo que los reportes de ventas y ganancias del primer trimestre resultaran mejores a lo que se esperaba, más allá de que junto al cuarto trimestre de 2022 mostraron el segundo trimestre consecutivo de caídas interanuales en las ganancias de las empresas.

En tercer lugar, y a pesar de que la inflación subyacente se mantuvo muy elevada en los primeros 5 meses del año 2023 (entre 5,3% y 5,6% año a año a nivel del índice IPC, y entre 4,6% y 4,7% a nivel del índice PCE), bien por encima del objetivo del 2% que busca la FED, los inversores parecieron entusiasmarse con la idea de que la reducción de la inflación general (gracias a la fuerte caída de los precios de la energía y en menor medida de los alimentos) iba a llevar a que la FED pronto dejara de subir las tasas de interés y eventualmente comenzaría a reducirlas en el segundo semestre.

Finalmente, el factor que en nuestra opinión fue el más importante para desatar el optimismo de los inversores, fue el furor alrededor del tema de la “Inteligencia Artificial” -IA-, como la panacea que iba a “curar” todos los males de la economía y a generar otro boom similar o incluso mucho mayor al que se generó con la llegada de Internet. Esquemáticamente, la idea es que la IA va a generar un shock positivo de productividad de tal magnitud que va a permitir simultáneamente bajar la inflación (por la reducción de costos que se generaría); mantener y aumentar los actualmente históricamente altos  márgenes de ganancias de las empresas (por las ganancias de eficiencia y de productividad); mantener e incrementar los niveles de empleo y de los salarios reales (por la mejora de la productividad de la mano de obra, y la aparición de nuevos empleos que sustituirán los puestos de trabajo que desaparecerán por la IA); aumentar el crecimiento económico (por la mayor inversión que realizarán las empresas al mejorar su rentabilidad, así como por el crecimiento del consumo al mejorar el empleo y los salarios reales); que la FED pueda bajar las tasas de interés más rápidamente ante la caída de la inflación, así como que mejoren sustancialmente los precios delos activos financieros, tanto acciones (por la baja de las tasas de interés, mejora de las ganancias y expansión de los múltiplos) como bonos (por la caída de las tasas de interés; la baja de la inflación y la disminución del riesgo de crédito al mejorar el panorama económico  general y reducirse la incertidumbre macroeconómica).

En definitiva, la IA validaría la idea de la “desinflación inmaculada” (que se podría bajar la tasa de inflación sin generar recesión y otros efectos negativos en la economía y en los mercados financieros).

Esta combinación de factores permitió olvidar el impacto negativo de la crisis a nivel de los bancos regionales que se dio en el mes de marzo en EE.UU. (y que incluso arrastró al Credit Suisse que tuvo que ser absorbido por UBS); el tono “hawkish” que han seguido transmitiendo los bancos centrales en el sentido de que van a mantener las tasas de interés altas durante más tiempo para combatir una inflación que se sigue mostrando una inercia muy significativa; así como datos económicos que, más allá de que por ahora la economía norteamericana  parece estar evitando la recesión de la mano de la sorprendente fortaleza del consumo y del mercado laboral; muestran un panorama poco auspicioso de expansión para la economía mundial, particularmente por China y Europa.

Así llegamos a la situación de mediados de 2023, donde los mercados financieros aparecen “priced for perfection”, sostenidos por la expectativa de que efectivamente se vaya a observar una “desinflación inmaculada” en el segundo semestre y durante el año 2024, y por lo tanto enfrentando un elevado nivel de riesgo en caso de que la realidad muestre otra cosa.            

Y como señalamos en nuestro informe anterior, el problema es que la idea de la “desinflación inmaculada” no tiene ningún sustento ni en la teoría ni en la realidad. Como señaló Larry Summers, “sería el triunfo de la esperanza sobre la experiencia”. No hay ningún episodio histórico que muestre que se logró bajar de manera rápida la inflación sin generar al menor una recesión leve.

Es por ello que los próximos meses serán cruciales para validar o no la expectativa de que tendremos “desinflación inmaculada”; que la FED va a comenzar a bajar las tasas de interés y que las ganancias de las empresas retomarán el crecimiento, todo lo cual aumentará en nuestra opinión la volatilidad y el riesgo en los mercados financieros.

Extracto del Informe trimestral de Mercados – Dr. Michele Santo

30/06/2023

Adaptarse al cambio.

Hace poco Howard Marks, un reconocido inversor y cofundador de Oaktree Capital Management, escribió un memo a sus clientes titulado “Sea Change” en el cual habla sobre cómo el mundo de inversiones ha cambiado recientemente, respecto a los últimos 13 años.

Durante años vivimos en un ambiente en el cual tuvimos perspectivas económicas positivas, políticas monetarias expansivas por parte de los principales bancos centrales, tasas de interés cercanas a cero, sin inflación relevante, e inversores complacientes, optimistas y con miedo de quedar afuera del “rally” del mercado. 

Hoy estamos en un escenario totalmente opuesto: se espera una recesión, la política monetaria es contractiva, los costos de financiación han subido rápidamente, la inflación llegó a máximos de los últimos 40 años, y se respira cierto pesimismo entre los inversores.

¿Cómo debemos responder a estos cambios como inversores? Según Howard Marks debemos adaptarnos, y no es el único que piensa igual.

Morgan Housel, autor de The Psychology of Money, hace poco habló sobre un nuevo término: “Mental Liquidity“. Lo define como la habilidad de abandonar rápidamente una creencia cuando el mundo cambia o cuando conocemos nueva información. Parece intuitivo, pero cambiar de opinión es difícil porque es más fácil convencerte que estás en lo cierto que admitir que estas errado. 

Está claro que debemos adaptarnos a este nuevo mundo de inversión, pero ¿cómo? Algunas ideas.

En primer lugar, tal vez debamos mantenernos en las inversiones tradicionales. Durante años, en un mundo de tasas bajas, la forma de incrementar los rendimientos fue aumentando el riesgo buscando inversiones alternativas a las tradicionales. Hoy en día no es necesario buscar rentabilidad en activos ilíquidos o en estrategias complejas. El mercado de renta fija y de renta variable ofrecen buenas perspectivas y en un mundo donde los costos de financiación aumentaron mucho y rápido, hay un riesgo adicional en mantener inversiones que requieren de un apalancamiento financiero. 

Dentro de las inversiones tradicionales, tal vez debemos ponderar más la renta fija en los portafolios. Ya no es necesario cargar los portafolios con inversiones más riesgosas para obtener los resultados que buscamos, e invirtiendo en renta fija podemos obtener resultados que fueron imposibles en los últimos años. 

Por ejemplo, en los últimos años con tasas cercanas a cero, se emitieron varios bonos de baja calidad crediticia “high yield” con rendimientos entre 3-4%. Estas mismas emisiones hoy rinden cerca de 8%. Aunque ocurran algunos defaults, un portafolio de bonos high yield diversificado debería obtener rendimientos similares a los encontrados normalmente en el mercado accionario.

Hoy encontramos especialmente atractivo invertir en instrumentos de muy corto plazo, con los treasury bills americanos rindiendo arriba de 5% a plazos menores a 1 año.

Pero por otro lado, solo concentrarse en el corto plazo y no invertir en el resto de la curva de bonos tiene dos riesgos que se deben considerar:

– Riesgo de tasas de interés
– Riesgo de reinversión

Gráfico1: Rendimiento actual de los treasury bills a distintos plazos: invertir a 3 meses rinde mas de 5%, invertir a 10 años rinde 3.40%.

Riesgos tasa de interés: El año pasado las tasas aumentaron rápidamente y los bonos se vieron perjudicados.

Pero en un escenario donde la recesión se materialice y los bancos centrales deban bajar la tasa de interés, los bonos de largo plazo serán los que logren una buena performance y amortigüen los portafolios.

Riesgo de reinversión: Una vez finalizado el periodo de inversión en el corto plazo con tasas del 5%, no sabemos que tasas podremos conseguir para reinvertir nuestros fondos.

Entonces, también tiene sentido atarnos a una tasa de largo plazo, si eso logra cumplir nuestro objetivo de inversión.

Grafico 2: Cómo se han desempeñado los bonos del tesoro americano de largo plazo, en los años en que el mercado accionario cayó, desde 1929. En el 80% de los casos los bonos tuvieron desempeño positivo, y en el 27% de los casos, la ganancia incluso superó la baja en las acciones.

Por el lado de las acciones, tal vez debamos ponderar más a las empresas rentables y con buenos balances financieros. Con los costos de financiación más normalizados, las empresas precisan tener un buen balance y generar efectivo desde sus operaciones para no depender de los mercados de capitales para acceder a su financiación.

Entonces, ¿mejor las acciones “value” que las acciones “growth”? Según Terry Smith, portfolio manager del Fundsmith Equity Fund, no tiene sentido la distinción, ya que si una empresa puede reinvertir sus ganancias a una buena tasa de interés que lo haga y sino que los distribuya, pero eso no va a decidir si la empresa es de buena calidad o no.

Howard Marks comenta que es lógico creer que las estrategias que sirvieron en los últimos 13 años no serán las mismas que para los próximos; creo que está en lo cierto.

“Tus más fuertes convicciones son las que tienen la mayor probabilidad de estar equivocadas o incompletas, porque son las creencias más difíciles de desafiar, actualizar o abandonar si fuera necesario.”

Dee Hock, Fundado de VISA.

Ec. Manuel Bordaberry

mbordaberry@paullier.com

Cambiante comienzo de año para los mercados financieros

El comienzo del año 2023 ha sido muy cambiante para los mercados.
El arranque en el mes de enero fue extremadamente positivo, de la mano de datos económicos que mostraron una aparente reducción de la inflación en la última parte del 2022 con signos de mejoras en la economía global (potenciados tanto por la extraordinaria fortaleza del mercado laboral en EE.UU., así como por el abandono de la política de “covid cero” por parte de China); alentando para muchos la esperanza de un escenario de “goldilocks” o como fue bautizado de “desinflación inmaculada”, en el que sería posible reducir la inflación sin tener que sufrir una recesión.
Ello generó alzas importantes en los precios de los activos de riesgo, y caídas en las tasas de interés de largo plazo, un mercado en el que “todo subía”.
Este panorama tan auspicioso, donde muchos incluso comenzaron a hablar de la posibilidad de que la FED iba a dejar de subir las tasas de interés e incluso podría comenzar a bajarlas hacia mediados del año, tuvo un cambio importante en el mes de febrero, cuando los datos de inflación volvieron a mostrar una leve aceleración en la suba de precios, en un contexto donde la economía seguía mostrado signos de mucha fortaleza. 

Evolución de la Inflación en EEUU:

Fuente: Bloomberg, Bureau of Labor Statistics.

Los mensajes de la FED comenzaron a enfatizar la necesidad de continuar con las subas de las tasas de interés, y de mantener las mismas en un nivel más elevado durante más tiempo. Es que tomando los datos en términos de trimestres móviles, la inflación “subyacente” a nivel del IPC pasó de moverse a un ritmo anualizado de 4,25% en diciembre de 2022 a 4,58% en enero de 2023 y al 5,17% anualizado en febrero de este año. Dada esta realidad, no debió sorprender el giro “restrictivo” en cuanto al manejo de la política monetaria que comenzaron a transmitir tanto el presidente de la Reserva Federal -Jerome Powell- como varios otros miembros de la autoridad monetaria norteamericana. La perspectiva de que no sólo no iba a haber bajas de tasas de interés, sino que las mismas iban a subir más de lo proyectado y se mantendrían a esos niveles más elevados durante más tiempo, generó ajustes a la baja de los precios de los activos financieros, desandando la mayor parte de las alzas que se habían dado en el mes de enero.

En realidad, la idea de la “desinflación inmaculada” no tiene ningún sustento ni en la teoría ni en la realidad. Como señaló Larry Summers, “sería el triunfo de la esperanza sobre la experiencia”. No hay ningún episodio histórico que muestre que se logró bajar de manera rápida la inflación sin generar al menor una recesión leve. Ni que hablar cuando se parte de niveles tan altos de inflación como los de mediados de 2022; con niveles de deuda extraordinariamente elevados luego de muchos años de estímulos fiscales y monetarios gigantescos (primero para paliar los impactos de la crisis financiera global del año 2008 y luego para enfrentar las consecuencias de la pandemia del Covid-19), y con precios de los activos financieros por las nubes.
Como además la FED y el resto de los principales bancos centrales del mundo se equivocaron al atribuir la suba de la inflación en el año 2021 a factores transitorios, y por lo tanto demoraron el comienzo de la suba de las tasas de interés y el ajuste de la política monetaria en sentido restrictivo; la velocidad con la que debieron proceder y la magnitud de los ajustes generan problemas adicionales. Tarde o temprano, algo debía quebrarse o en la economía, o en los precios de los activos financieros, o en el mercado bancario y crediticio.


Y en el mes de marzo tuvimos los primeros impactos a nivel del sistema bancario norteamericano, con la quiebra del banco SVB primero a la que siguieron otros, que luego se trasladaron a Europa con los problemas que enfrentó Credit Suisse hasta que fue absorbido por UBS. Si bien las autoridades monetarias y económicas de EE.UU., Suiza, Europa y otros países se movieron rápidamente para evitar el “contagio”, la duda persistirá durante algún tiempo más respecto a si no aparecerán nuevos “cisnes negros” que enfrentar, especialmente cuando la economía entre en recesión (algo inevitable si es que va a bajar la inflación) y ello comprometa la capacidad de pago de las deudas acumuladas. La mini-crisis financiera que se vivió en el mes de marzo generó como es natural un fuerte “flight to quality” lo que redujo fuertemente las tasas de interés sobre la deuda pública de los países del Grupo de los Siete. Y ello ha llevado a una situación muy peculiar en el caso de EE.UU., donde el mercado espera que la FED va a bajar las tasas de interés en 100 puntos básicos de aquí a fines de 2023, mientras que el FOMC y Powell en la reunión del 22 de marzo señalaron con claridad que no va a haber bajas de tasas en este año.

La enorme disparidad entre las expectativas del mercado de bonos y la postura de la FED es uno de los factores de incertidumbre más relevantes que condicionarán la marcha de los mercados financieros en los próximos meses.
La evolución de la inflación, del nivel de actividad y del mercado de trabajo serán otros factores muy importantes a seguir con mucha atención. Por supuesto, habrá que ver si aparecen otras situaciones problemáticas a nivel del sistema bancario y del mercado de crédito en general, algo muy probable ya que no se pasa de operar durante 13 años a tasas cero o negativas a tasas del 5% sin generar problemas.

Extracto del Informe trimestral de Mercados – Dr. Michele Santo

28/03/2023

LA MITAD DEL VASO LLENO

Este ha sido un año duro para los inversores en los mercados financieros. El S&P 500 ha caído cerca de -20% y otras partes más volátiles del mercado como el índice de tecnología Nasdaq, cerca de -30%. Individualmente, acciones como Disney, Tesla, o Nike han caído -33%, -38% y -45% respectivamente en lo que va del año. Como las tasas han aumentado los bonos también se han visto golpeados, con el índice de bonos globales también abajo cerca de -20% en el año.

Lo atípico de este año es que se ha dado simultáneamente una caída en acciones y en bonos, y que ha sido de una magnitud significativa. Esto se puede visualizar en la siguiente gráfica:

RENDIMIENTO DE ACCIONES VERSUS BONOS 1926 – 2022

Esto ha provocado que un típico inversor expuesto a los activos financieros tradicionales vea su portafolio cerca de -20% abajo en lo que va del año. A nadie le gusta ver una caída en sus inversiones de este tamaño, pero hay algunas implicancias positivas que podemos resaltar de esta situación en la que nos encontramos.

Por un lado, están los inversores jóvenes, estos que han comenzado a invertir recientemente o los que todavía nunca han invertido. Estos inversores tienen una ventaja frente al resto; tienen más tiempo. Por ende, pueden invertir con un horizonte temporal más largo los fondos que no van a precisar por los próximos años, sin preocuparse por la eventual volatilidad con la cual se pueden encontrar. Para un inversor de este tipo, acumular acciones y bonos a mejores valuaciones y tasas es el escenario ideal. Contraintuitivamente, este inversor debería estar feliz de que el mercado caiga.

Por otro lado, están los inversores que han estado invirtiendo durante años pero que todavía tienen tiempo antes de jubilarse o de necesitar estos fondos. Lo positivo para este grupo es que seguramente son personas que se encuentran en su pico de ingresos laborales. Obviamente ver caer el valor de sus inversiones es algo que no quieren, pero la realidad es que el mercado les está dando mejores oportunidades respecto a los últimos años para seguir invirtiendo justamente en los años donde su poder ahorrativo probablemente sea mayor.

Finalmente, están los inversores que van a precisar próximamente los fondos, por ejemplo los que están cerca de su jubilación. Podríamos decir que estos son los más perjudicados por la caída de los mercados, pero también podemos ver el lado positivo. Después de años donde no habían tasas atractivas en la renta fija, hoy nos encontramos con un panorama distinto. Como ejemplo, estas son las tasas de interés de los bonos del gobierno americano, a principio de año y a la fecha:

Estos inversores, próximos a necesitar los fondos, hoy pueden aprovechar la suba de tasas para hacer colocaciones en el sector más defensivo del portafolio, aprovechando las certezas y la baja volatilidad que otorgan los bonos respecto a otras inversiones. Por ejemplo, un inversor podría colocarse al 4,55% a un año en un bono americano, el cual es considerado libre de riesgo de default. A principio del año podían hacerlo tan solo al 0,40%. 

Este es sin dudas un año históricamente atípico y ser inversor en este año no ha sido fácil. Pero en vez de mirar la mitad vacía del vaso, podemos ver la otra mitad.


“El pasado no fue tan maravilloso como recordás, el presente no es tan malo como creés, y el futuro va a ser mejor de lo que estimás.”

Morgan Housel

Ec. Manuel Bordaberry

mbordaberry@paullier.com

IN YOUR CONTROL – by Barry Ritholtz

WHAT IS IN YOUR CONTROL?

Around the world, markets lost 5% or worse just last week. Year to date, the S&P 500 is down more than 23%; the Russell 2000 small caps are off more than 26%; Emerging markets are down almost 28%; and the Nasdaq Tech index is off more than 31%.

All jokes aside, September has lived up to its reputation as a challenging month for equities. After the brutal sell-off, a relief rally was due, hence the green on your screen this morning.

I am often asked about how market action affects me — my psyche, emotions, and behavior. The short answer is very Zen: I understand what I can and cannot control, and then adjust accordingly.

The infographic you see above is my attempt to create a visual of my usual writing (hence, why I am a scribe and not an artist).

Let’s discuss that Zen-like approach of recognizing what is actually within your control and what things you have absolutely no say over their outcomes. It is noteworthy that most of what we talk about, read, listen to and watch on video are those things out of our control.

What is NOT in your control:

Markets: First and foremost, you have zero control over the markets. None whatsoever. Your buying and selling is a few thousand or even a few million dollars worths of stocks do not impact the trillion dollar capital markets, They will do what they do regardless of your puny existence.

Economy: GDP, Hiring & Wages, Consumer Spending, Industrial production, Home building, and on and on goes the list. As one of 330 million people, your spending is not even a rounding error.

Do I need to continue? You might contribute to Inflation, but its infintesimel; you surely have zero influence with the Federal Reserve or Interest Rates. The iPhone you just bought? It’s not going to impact Corporate Earnings one bit. Similarly, you have de minimus effect on Volatility or Drawdowns,; surely, you have zero impact on what gets reported in the News, nor will you determine the outcome of National or Local Elections.

What IS in your control:

Your Portfolio: You want to create something robust enough to withstand drawdowns and recessions; not necessarily the best possible set of assets but the ones you can live with day in and day out. This means it must be suitable for the amount of Risk you are comfortable with. This includes a broad Asset Allocation including full Diversification of asset classes, geographies, etc. You must have a Financial Plan, so it is clear what you are investing for, and so you can see how you are progressing towards those goals.

You must Save enough money relative to your income by living within your means. You can minimize what you pay in Fees and Expenses (It doesn’t take much to swap out expensive funds for cheaper ones);

What news media you consume is also within your control – are you reading too much uber bearishness? The Cult of Fed Haters? ZH? These are likely affecting your outlook in a negative way.

It all comes down to the single most important thing that is within your control: your own Behavior. 
If you can master that, it is almost impossible not to succeed as a long-term investor.

Ver articulo completo en ritholtz.com

Sobre el autor: Barry Ritholtz